viernes, 8 de septiembre de 2017

Inquietud y revolución.

Desde hace bastantes semanas quería hablar sobre esos dos términos, es decir, dos palabras que expresan y provocan más ideas de lo que su significado nos da a entender.

Inquietud, esa palabra que todos hemos tenido relacionada alguna vez en nuestra vida, y seguiremos teniendo muchas veces anclada en nuestra sombra, a veces para bien y a veces para mal. Sin embargo, para mí, el significado de inquietud tiene más peso que simplemente tener predisposición a querer cambiar algo, a intentar dar solución a problemas y a querer dar respuestas medianamente lógicas a situaciones que, a veces, ni nosotros mismos controlamos. Sin embargo, para mí, tener inquietud e inquietudes es algo más: Es atreverse a comprometerse a la hora de conseguir algo, es dejarse la piel por algo en lo que creemos, es luchar incansablemente por algo que deseamos que siga latiendo o, por el contrario, cambie hacia una mejor situación. Lo más triste de todo es que, sinceramente, muchas inquietudes se quedan en el simple intento debido a tener miedo y por no querer ni probarnos a nosotros mismos. Casi todos los objetivos pueden cumplirse, aunque sí no lo intentas, jamás trates de conseguirlo, es más, ni lo conseguirás.

Revolución, otra palabra que todos hemos querido aplicar alguna vez en algún etapa-momento de nuestras vidas, para mejorar una situación e, incluso, revertirla. Revolución, ese término que como una palabra que es, siempre me ha gustado pese a ir perdiendo su peso hasta en su propio entendimiento como palabra. ¿Quién ya no escucha palabras como carambola, campesino, crisis, masificación, revolución o revuelta en los telediarios? ¿Quién ya sí escucha palabras como suerte, desarrollo agrario, desequilibrio económico, concentración, cambio o transformación? No hablo de que las palabras no escuchadas en los telediarios, hayan muerto de su escasa utilización, sino que aspectos como la moda, muchos medios de comunicación e, incluso, nuestros propios gobernantes han trabajado para suavizarlas mediante el uso de otras palabras distintas. Desde mi punto de vista, el cambio de palabras que muestran realidades por palabras que intentan suavizar y perder valor a dicha realidad, es uno de los verdaderos cambios del siglo XX al siglo XXI.

Hablar de revolución significa decir y expresar las emociones, pensamientos y sentimientos tal y como son, y sobre todo, como se piensan. Por ejemplo, en muchos países sudamericanos se habla vulgarmente de la palabra campesino. Sí, tal y como entendemos su significado aquí en Europa: Como de personas que luchan al máximo a trabajar, que se dejan prácticamente la vida por dar un plato de comer a su familia tras un día de duro trabajo y que, sobre todo, en sus manos laboriosas se muestra la lucha intensa por un futuro mejor. Sin embargo, en Europa, la palabra campesino ha perdido su valor existencial, pasándose a llamar agricultor, desarrollador rural, trabajador del campo, etc. ¿No me digáis que, con ello, no se aprecia una clara suavización del término campesino? A grandes rasgos, con ello se muestra la diferencia entre países subdesarrollados, en vías de desarrollo y desarrollados. Por ejemplo, muchos países subdesarrollados hoy en día luchan por disponer de agua potable, muchos países en vías de desarrollo tienen múltiples demandas por mejorar como las redes de comunicaciones y los países desarrollados tienen como la actividad más controlada al sector servicios, que ocupa ya el 70-80% del total de las actividades de un país. Es cierto que vivir en bienestar genera ciertas ventajas, pero nos desdibuja sin lugar a dudas algunas realidades no permitiéndonos a veces exteriorizar.

En mi persona, cuando hablo de revolución como palabra que me gusta, no hago referencia a movimientos bélicos o de guerra o, incluso, de intereses personales sino de luchar cada uno por ser nosotros mismos, por lo que anhelamos y, sobre todo, remangarnos hasta conseguirlo con todo nuestro empeño. En definitiva: ¿Por qué esa definición de revolución dada desde mi persona? En múltiples ocasiones, he escuchado decir a personas tanto lejanas como cercanas suposiciones del tipo: Ni lo intentes/en, no lo conseguirás/án, vas a hacer el ridículo, vas a perder, etc. Es cierto, muchas leyes están escritas, sin embargo, las suposiciones de valor, a pena de muchos, no. Y todo ello, cuando nuestra civilización más contemporánea ha vivido algunos sucesos verdaderamente revolucionarios a modo ejemplo, como la lucha constante de Martin Luther King, el sueño logrado de Barack Obama, la democratización de nuestro país, el reconocimiento de derechos laborales, personales, de género e, incluso, sexuales, etc.

Finalizando, desde mi punto de vista revolución significa lucha y perseverancia constante porque, a pesar de vernos sin ropa y sin zapatos metafóricamente hablando, hay que seguir andando hacia un lugar que, aunque sea utópico, nos lleve a otro punto en mejor posición. Revolución también consiste en luchar por revertir los problemas, estando incluido luchar en silencio y llorando el capacitar posibles soluciones.

Podrán decirte que no eres válido, que no lo intentes y que tires la toalla. Sin embargo, nunca serán en vano las ganas de uno mismo, la lucha incansable mediante la moderación y la perseverancia.